En compañía de su esposa, así como de Astérix y Obélix, Abraracúrcix visita a su cuñado en Lutecia. En un arranque de ira y embriaguez, el jefe de la aldea gala le promete a su cuñado un guiso elaborado con los laureles de la corona de Julio César. Muy a su pesar, Astérix tendrá que ir a Roma, con todo y el también ebrio Obélix, a conseguir el tan preciado y bien resguardado condimento.